viernes, 26 de noviembre de 2010

Quita Penas/ Texto escrito por la artista Sandra Monterroso para la presentación de mi libro Quitapenas, editorial Catafixia 2010

Gracias Sandra por decifrar este quitapenas, pequeño amuleto para la nostalgia... Rosa Chávez.

En el nuevo poemario de Rosa Chavez, la artista realiza un re-conocimiento del ser Mayab'. Lo que nuestras madres y padres indicaron desde sus antepasados. Transita en un universo sagrado, en un círculo infinito. Le dedica el libro al nawal Kame: que es el principio de la transformación de lo material a lo espiritual. Es el espíritu y la voz del silencio. Y también a nosotros, que también transitamos en ese mismo universo sagrado, bien deambulemos con los ojos cerrados o bien, abiertos. Su poesía esta cargada de ternura y de fuerza ancestral.

El siguiente poema se lo dedica a su historia ancestral y de lucha:

“Nos quitan la cabeza y el corazón sigue
latiendo
nos arrancan el pellejo y el corazón sigue
latiendo
nos parten a la mitad y el corazón sigue
latiendo
beben nuestra sangre y el corazón sigue
latiendo
estamos criados para latir sin descanso.”


Así como en el poema:

Cuando dijimos adiós tembló la tierra
nuestros corazones no hablaron con su boca
se dijeron adiós temblando.


Transita por ese espacio íntimo que es ella como mujer, también vulnerable.


También transita por ella misma como ciudadana del siglo XXI, participe de igual manera, en una época posmoderna.

Porque nada es igual,
como sabiamente dijo el rapero del siglo XXI
nada es igual, como dijo el cantor de la
nueva era
nada es igual, según las escrituras de los
ancestros urbanoides
porque nada es igual y el tiempo no decide
el tiempo camina y enseña el tiempo se va.

La poeta habla de unos “ancestros urbanoides” como una paradoja de ser ella misma construyéndose en nuestro tiempo. Expresa la nostalgia del ser atreves del otro, aquel a quién se amó. Y quizá de allí el título del libro “Quita penas”, pues escribe poesía y al mismo tiempo con esas palabras se sacude el miedo que deja el pasado, la experiencia vivida. El ayer. Que también es presente.


Según la tradición de indígenas mayas del altiplano guatemalteco, cuando los niños tienen miedo o pesadillas por la noche, se los cuentan a los muñequitos que se llaman "Quita Penas", antes de irse a dormir, para luego colocarlos debajo de la almohada, con tal que al amanecer los sueños feos hayan desaparecido. Las abuelas cuentan la leyenda de que estos "Quita Penas" (muñequitos vestidos con vestimentas originarias de indígenas del altiplano de Guatemala), hacen desaparecer los problemas para siempre. De tal manera que Rosa Chavez, trae en su corazón la historia ancestral para transitar en espacios urbanoides, tanto de la ciudad de Guatemala como de territorios urbanos locales de Chimaltenango, en donde vive.

En este libro Rosa es ella y es otra ella al mismo tiempo. Rosa también es otra madre poeta, y le regala a su hijo palabras dulces envueltas en trocitos de azúcar.

La palabra “Nostálgica” se repite innumerable veces, “la nostálgica y miserable noche”, la urbana noche que constituye también su historia, una constitución híbrida desde donde defiende su identidad étnica.

En el poema 15 me parece, la poeta nos explica la relación: conquistador-conquistado, norte – sur, local-global, “el otro” que a veces es ignorante, que engloba esa trampa/travesura de cómo entender un espacio sincrético desde lo local.

Me escupiste
Por placer y por desprecio
Vos ignorás que la saliva
Es una gran medicina.


La poeta también es una mujer y se muestra desnuda y sin pudor. Desafiando incluso, parámetros establecidos dentro de la propia cultura maya. En su poema “lubricando las culpas”, nos dice… somos mujeres, apoderémonos de nuestro propio cuerpo.


Arde vagina seca
Clítoris vencido
Saliva espumosa
Gemidos calculados por minuto
Lubricando las culpas
Raspa el cuerpo usente
Arde clítoris hinchado
Pedacito de nadie
Arde, lastima,
Esta soledad tan seca.

En el poema “Hacer el amor llorando” retoma a la muerte, al Kame, a ese círculo infinito, que se encuentra dentro de quién en lo profundo ama y llora la muerte del amado, danzando también la vida, quedando vacía como una Diosa Monstrua, recién nacida para otra historia.
A través de su pesía Rosa Chavez nos revela un espacio privado, lleno de escenarios íntimos y un espacio público a través del cual en metáforas nostálgicas, nos habla de cómo entender la otredad que convive en una urbe multicultural.

Sandra Monterroso
16 noviembre 2010

1 comentario:

Alelí dijo...

Rosa!

me emocioné leyendo este post.

muy lindos poemas.

siempre llegás al fondo.

con admiración!!!