jueves, 4 de febrero de 2010

Nacer y Morir


…que retoñe la dulzura de la caña, que podamos ver los elotes, las mazorcas y comernos los dos, deliciosamente devorarnos envueltos en hoja de tusa, como suaves tortillas saneadas por el fuego.


Amanecí queriendo escribirte canciones, queriendo buscar las flores más bonitas y ponerlas junto a vos para que despertaras con una visión de polen y azúcar, desperté queriendo buscar tu voz en el barullo de los pájaros, entre los gritos de las señoras en la calle, en medio de las palmadas de manos en la tortillería, escondida en el berrinche de los niños que no quieren ir a la escuela; tu voz así cerca de mi oído, tus dedos acariciando mis falanges, dibujando mis brinconas y saltadas venas .
Estoy aquí ahora, despierta, queriendo convertir el miedo en un poema y trasladar los latidos inconclusos a un campo abierto donde suenen como tambores de fiesta, despierta para decirle a este llanto ácido que riegue la sequía de los espíritus vagabundos, con los ojos abiertos para acordonar el espacio y que no te vayas nunca, despierta queriendo escucharte de regreso, un aquí estoy, como desafió al mundo que se desborona, ayer por ser el día en que todo nace y muere, hoy por ser el día en que se ilumine el tiempo con cientos y miles de candelas de cera de abeja, con infinitas estrellas diciendo el destino es ahora patojos cabrones, hagan de su vida un colocho y despierten anudados, porque el tiempo se deshace con el agua y el amor también.
Amanecí cantándote canciones, cortando pedazos como flores, besando tu voz, diciendo, durmamos un rato más amor que todavía no es tarde.

fotos por Jan Adamsky