La última vez que lo vi fue hace dos años, caminaba por el parque central, tenía rasurada la cabeza y las cejas, según él, como un homenaje personal a Pink Floid. Caminaba con la espalda encorvada y aun conservaba la mirada de niño que tanto me gustaba, hasta esa sonrisa de medio lado, pequeñita, que vi totalmente oscurecida por la piedra y la rechinante luz neón que envolvía su cabeza como un aura extraña, tan extraña como él
Ácido, grueso, frágil y extraño, como un animalito de esos que solo existen en una parte del mundo y que casi nunca se dejan ver.Cuentan que esa última vez que lo vi, lo dejo de ver el mundo.
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